Como principal implicación clínica del antígeno D tenemos la enfermedad hemolítica del recién nacido (EHRN) en el que la madre posee un Rh diferente al del feto. Esta situación favorecerá una reacción hemolítica ya que las células de la madre atacarán al feto reconocido como un agente extraño, y en términos generales, los glóbulos rojos pueden ser destruidos por el sistema inmunitario a través de anticuerpos de tipo IgG que logran cruzar la barrera placentaria después de la sexta semana.